Reseña histórica: La Educación Popular en América Latina y sus
aportes a nuestro trabajo colectivo.
“(Las
personas) no se hacen en el silencio, sino en la palabra, en el trabajo, en la
acción, en la reflexión”
Paulo
Freire
Como colectivo asumimos que la educación
popular es ante todo una corriente de pensamiento y acción política y
pedagógica en permanente construcción desde la práctica y el trabajo de base mediante
la que desarrollamos nuestra propuesta metodológica, pedagógica y didáctica a
través de la participación y el diálogo
con el objetivo de constituirnos en una opción política emancipadora. Es
en este sentido, asumiendo que solo podemos acercarnos a la definición de la
educación popular desde sus prácticas, que nos parece pertinente reseñar lo que
ha sido en América Latina su historia, sus principales experiencias y contextos.
La educación popular como el acceso del pueblo a la escuela moderna
Si rastreamos la transformación histórica del concepto de
educación popular en América Latina encontramos que de las primeras veces que
se empleo política y públicamente fue en un texto del conocido dictador argentino Faustino Sarmiento, que curiosamente llevaba
por título “la educación popular” publicado
en 1849. Este texto inaugura en el continente las políticas públicas orientadas
a entender la educación popular como un conjunto de mecanismos de instrucción
pública encaminados a que el pueblo asista a la escuela como la mejor
estrategia de educación moderna mediante
la que los pobres y las personas de los sectores populares podían ser
formadas como ciudadanas en un sistema educativo homogenizante y legitimador de
la sociedad liberal en construcción y ascenso para la época. Esta idea de
educación partía de valorar a las personas del pueblo como objetos vacíos de
conocimiento que debían ser llenados de conocimientos “cultos” para permitirle
a los Estados nacionales latinoamericanos el paso final de la barbarie a la
civilización. Dichas ideas del pueblo, el progreso y la civilización son las
que más tarde Freire definiría como “educación bancaria”, cuando quien ocupa el
lugar que aprende es desestimado como ignorante y quien ocupa el lugar que
enseña asume la tarea de “llenarlo” de
conocimientos. Lamentablemente, creemos que dos siglos después este es el modelo
de educación que sigue imperando en nuestro continente y que se radicaliza con
la entrada en vigencia de Tratados de Libre Comercio, la reprimarización de
nuestras economías y las reformas a la educación en los países de América
Latina, orientadas a la educación no solo de mano obra barata para el
“progreso” sino al disciplinamiento de los cuerpos y las voluntades de las
personas.
La educación popular en los
inicios del movimiento obrero
A comienzos del siglo XX la
educación popular empezó a ser asumida como el conjunto de prácticas educativas
no oficiales que se daban en el seno de sociedades populares de educación y en
las prácticas del naciente movimiento obrero. Empezó a ser entonces un modelo
de educación complementario a la escuela que se encargaba de trabajar sobre los
saberes despreciados y desestimados por la educación formal relacionados
principalmente con el deporte, el trabajo, la salud y la formación sindical.
De esta manera, estas prácticas
educativas orientadas principalmente a las mujeres y las personas jóvenes
estuvieron caracterizadas por las escuelas deportivas, las brigadas de salud
sexual y reproductiva los talleres de artes y oficios.
Los 60’s y los 70’s: Los hitos de la educación popular
La radicalización de la pobreza en
el continente, el auge de los movimientos obreros y sociales y las dictaduras
militares durante los 60 y los 70 se convirtieron en caldos de cultivo para las
experiencias de educación popular.
Durante los 60 el triunfo de la
Revolución Cubana, la situación de pobreza e injusticia generalizada y con ella
la proliferación de actores que buscaban vincularse a las luchas y los procesos
organizativos encontraron en las experiencias
educación desde y para el pueblo una de las maneras más eficaces de
consolidar la organización y la movilización social. Vinieron además programas
como la Alianza para el Progreso que intentó solapadamente disimular sus
intereses neoliberales con la financiación de programas de desarrollo
comunitario que los movimientos sociales supieron aprovechar para fortalecer
sus organizaciones y programas políticos.
El Concilio Vaticano II, el
reencuentro de los sectores religiosos con los pobres del continente que
provocaría la madurez de la teología de la liberación convocó a los sectores
católicos del continente al trabajo con las bases y la luchas contra la pobreza
y las injusticias en los países bajo las premisas de que la construcción del
“reino de Dios” debería ser posible en la tierra y el amor al prójimo debería
ser efectivo en el encontrarse con él en la lucha contra las opresiones.
Estos fenómenos y otros como la
influencia del mayo del 68 francés y Tlatelolco, suscitaron el desarrollo de
teorías y prácticas para explicar y solucionar la pobreza del continente, la
organización social, etc.
En los 70’s, el continente asistió
a la creación y fortalecimiento de organizaciones de base y ONGs que junto con
el triunfo de la Revolución Sandinista en 1979 generaron un espacio inédito
para la educación popular de carácter humanista, participativa y cristiana que
obligó, principalmente a los países socialistas como Cuba y Nicaragua a
pensarse la educación popular en la dinámica de las políticas de Estado.
Durante estas dos décadas la
educación del pueblo se enfrenta directamente al modelo educativo de los
sectores dominantes y a la educación formal de acuerdo a los enfoques
reproductivistas que veían como una de las principales culpables de los
problemas sociales. Las ideas de Paulo Freire fortalecen la visión de la educación
popular como una práctica en oposición a la escuela, influenciada especialmente
por la teología de la liberación y la teoría de la dependencia. Para Freire la
escuela es una forma de dependencia y la educación popular una forma de
liberación. En consecuencia, la liberación no podría darse dentro de la
escuela.
Los 80’s: la consolidación y la crisis
A principio de los 80s la
educación popular se consolida, fortalece y desarrolla y hay replicas de las
experiencias en todo el continente. La educación popular logra incidir en los procesos
sociales especialmente trabajando en promoción y defensa de derechos humanos,
medio ambiente, género, paz, entre otros. En esta década el protagonismo
conseguido por la sociedad civil pone en la esfera pública nuevos sujetos antes
no existentes o no reconocidos.
Sin embargo, a finales de los 80
la educación popular entra en crisis debido a la caída del modelo socialista
soviético, la derrota electoral del sandinismo, la caída de las dictaduras en
América Latina, entre otros factores. En consecuencia los 90 son un periodo de
desconcierto y re fundamentación de las prácticas y de fuerte reflexión, lo que
favoreció la incidencia de los problemas de la educación popular en la
formulación de políticas públicas, en las universidades y foros internacionales.
Los retos de hoy
En la actualidad los movimientos
de educadores y educadoras populares aludimos a que nos encontramos en una
década de esperanza que se manifiesta en la reactivación del movimiento social
en el marco de la radicalización del paramilitarismo y el neoliberalismo. De la
mano del movimiento social se han reactivado y reencontrado redes de educadores
y educadoras populares con el objetivo de ratificar su compromiso con las
organizaciones de base y la transformación no solo de la educación colombiana
sino de las estructuras sociales que mantienen la pobreza y las múltiples
opresiones.
Es en este nuevo momento que como
colectivo ratificamos nuestra articulación con los movimientos sociales en
Colombia, a través de la Red Libertaria Popular Mateo Kramer, la Coordinadora
Juvenil 3 de octubre, TEJUNTAS y el Congreso de los Pueblos. Así como la
necesidad de enraizar nuestro trabajo en los barrios populares bogotanos para
construir a través de la educación popular con los y las jóvenes de estos sectores
la ciudad y el país para la vida digna que nos merecemos.