miércoles, 13 de junio de 2012

La Educación Popular en América Latina y sus aportes a nuestro trabajo colectivo.


Reseña histórica: La Educación Popular en América Latina y sus aportes a nuestro trabajo colectivo.
“(Las personas) no se hacen en el silencio, sino en la palabra, en el trabajo, en la acción, en la reflexión”
Paulo Freire


Como colectivo asumimos que la educación popular es ante todo una corriente de pensamiento y acción política y pedagógica en permanente construcción desde la práctica y el trabajo de base mediante la que desarrollamos nuestra propuesta metodológica, pedagógica y didáctica a través de la participación y el diálogo  con el objetivo de constituirnos en una opción política emancipadora. Es en este sentido, asumiendo que solo podemos acercarnos a la definición de la educación popular desde sus prácticas, que nos parece pertinente reseñar lo que ha sido en América Latina su historia, sus principales experiencias y  contextos.

La educación popular como el acceso del pueblo a la escuela moderna
Si rastreamos  la transformación histórica del concepto de educación popular en América Latina encontramos que de las primeras veces que se empleo política y públicamente fue en un  texto del conocido dictador argentino  Faustino Sarmiento, que curiosamente llevaba por título “la educación popular” publicado en 1849. Este texto inaugura en el continente las políticas públicas orientadas a entender la educación popular como un conjunto de mecanismos de instrucción pública encaminados a que el pueblo asista a la escuela como la mejor estrategia de educación moderna mediante  la que los pobres y las personas de los sectores populares podían ser formadas como ciudadanas en un sistema educativo homogenizante y legitimador de la sociedad liberal en construcción y ascenso para la época. Esta idea de educación partía de valorar a las personas del pueblo como objetos vacíos de conocimiento que debían ser llenados de conocimientos “cultos” para permitirle a los Estados nacionales latinoamericanos el paso final de la barbarie a la civilización. Dichas ideas del pueblo, el progreso y la civilización son las que más tarde Freire definiría como “educación bancaria”, cuando quien ocupa el lugar que aprende es desestimado como ignorante y quien ocupa el lugar que enseña asume la tarea de “llenarlo”  de conocimientos. Lamentablemente, creemos que dos siglos después este es el modelo de educación que sigue imperando en nuestro continente y que se radicaliza con la entrada en vigencia de Tratados de Libre Comercio, la reprimarización de nuestras economías y las reformas a la educación en los países de América Latina, orientadas a la educación no solo de mano obra barata para el “progreso” sino al disciplinamiento de los cuerpos y las voluntades de las personas.

La educación popular  en los inicios del movimiento obrero
A comienzos del siglo XX la educación popular empezó a ser asumida como el conjunto de prácticas educativas no oficiales que se daban en el seno de sociedades populares de educación y en las prácticas del naciente movimiento obrero. Empezó a ser entonces un modelo de educación complementario a la escuela que se encargaba de trabajar sobre los saberes despreciados y desestimados por la educación formal relacionados principalmente con el deporte, el trabajo, la salud  y la formación sindical.
De esta manera, estas prácticas educativas orientadas principalmente a las mujeres y las personas jóvenes estuvieron caracterizadas por las escuelas deportivas, las brigadas de salud sexual y reproductiva los talleres de artes y oficios.

Los 60’s y los 70’s: Los hitos de la educación popular
La radicalización de la pobreza en el continente, el auge de los movimientos obreros y sociales y las dictaduras militares durante los 60 y los 70 se convirtieron en caldos de cultivo para las experiencias de educación popular.
Durante los 60 el triunfo de la Revolución Cubana, la situación de pobreza e injusticia generalizada y con ella la proliferación de actores que buscaban vincularse a las luchas y los procesos organizativos encontraron en las experiencias  educación desde y para el pueblo una de las maneras más eficaces de consolidar la organización y la movilización social. Vinieron además programas como la Alianza para el Progreso que intentó solapadamente disimular sus intereses neoliberales con la financiación de programas de desarrollo comunitario que los movimientos sociales supieron aprovechar para fortalecer sus organizaciones y programas políticos.
El Concilio Vaticano II, el reencuentro de los sectores religiosos con los pobres del continente que provocaría la madurez de la teología de la liberación convocó a los sectores católicos del continente al trabajo con las bases y la luchas contra la pobreza y las injusticias en los países bajo las premisas de que la construcción del “reino de Dios” debería ser posible en la tierra y el amor al prójimo debería ser efectivo en el encontrarse con él en la lucha contra las opresiones.
Estos fenómenos y otros como la influencia del mayo del 68 francés y Tlatelolco, suscitaron el desarrollo de teorías y prácticas para explicar y solucionar la pobreza del continente, la organización social, etc.
En los 70’s, el continente asistió a la creación y fortalecimiento de organizaciones de base y ONGs que junto con el triunfo de la Revolución Sandinista en 1979 generaron un espacio inédito para la educación popular de carácter humanista, participativa y cristiana que obligó, principalmente a los países socialistas como Cuba y Nicaragua a pensarse la educación popular en la dinámica de las políticas de Estado.
Durante estas dos décadas la educación del pueblo se enfrenta directamente al modelo educativo de los sectores dominantes y a la educación formal de acuerdo a los enfoques reproductivistas  que  veían  como  una de las principales culpables de los problemas sociales. Las ideas de Paulo Freire fortalecen la visión de la educación popular como una práctica en oposición a la escuela, influenciada especialmente por la teología de la liberación y la teoría de la dependencia. Para Freire la escuela es una forma de dependencia y la educación popular una forma de liberación. En consecuencia, la liberación no podría darse dentro de la escuela.

Los 80’s: la consolidación y la crisis
A principio de los 80s la educación popular se consolida, fortalece y desarrolla y hay replicas de las experiencias en todo el continente. La educación popular logra incidir en los procesos sociales especialmente trabajando en promoción y defensa de derechos humanos, medio ambiente, género, paz, entre otros. En esta década el protagonismo conseguido por la sociedad civil pone en la esfera pública nuevos sujetos antes no existentes o no reconocidos.
Sin embargo, a finales de los 80 la educación popular entra en crisis debido a la caída del modelo socialista soviético, la derrota electoral del sandinismo, la caída de las dictaduras en América Latina, entre otros factores. En consecuencia los 90 son un periodo de desconcierto y re fundamentación de las prácticas y de fuerte reflexión, lo que favoreció la incidencia de los problemas de la educación popular en la formulación de políticas públicas, en las universidades y foros internacionales.  

Los retos de hoy
En la actualidad los movimientos de educadores y educadoras populares aludimos a que nos encontramos en una década de esperanza que se manifiesta en la reactivación del movimiento social en el marco de la radicalización del paramilitarismo y el neoliberalismo. De la mano del movimiento social se han reactivado y reencontrado redes de educadores y educadoras populares con el objetivo de ratificar su compromiso con las organizaciones de base y la transformación no solo de la educación colombiana sino de las estructuras sociales que mantienen la pobreza y las múltiples opresiones.
Es en este nuevo momento que como colectivo ratificamos nuestra articulación con los movimientos sociales en Colombia, a través de la Red Libertaria Popular Mateo Kramer, la Coordinadora Juvenil 3 de octubre, TEJUNTAS y el Congreso de los Pueblos. Así como la necesidad de enraizar nuestro trabajo en los barrios populares bogotanos para construir a través de la educación popular con los y las jóvenes de estos sectores la ciudad y el país para la vida digna que nos merecemos.

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